El tigrillo entre carne y café
A las ocho de la noche un niño de cinco años corría en medio de unos cuantos hombres que habían intercambiado algunas palabras con su madre. Se esconde tras sus pies, va donde el uno que lo ignora y vuelve donde el otro que le presta el celular. Su madre agarra el termo de tinto vacío para simular que está vendiendo y se dispone a cerrar el trato que cuadró en el día. “Ojo pues me queda mal. Allá lo espero. Oyó” Se esconde un papelito con un número entre las tetas mientras le dice a una amiga que le cuide al crío.